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Novena de Navidad

Villancicos

Día 2

Benignísimo Dios, Padre de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mayor prenda de tu amor, para que encarnado, y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese  en un pesebre para nuestra salvación. Te damos gracias por tan inmenso beneficio.

 

En acción de gracias te ofrecemos, Padre, nuestro deseo sincero de reconciliación y de paz, manifestado en el compromiso de cada colombiano por un trabajo conjunto que nos permita superar las diferencias; podamos respetarnos y reconocernos como hermanos.

 

Dispón nuestros corazones al perdón para no dejarnos vencer del odio y la venganza que agitan la violencia, que nos sumen en un ambiente de  desconfianza y nos desaniman  en la construcción de la paz.

Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nosotros una ocasión oportuna para renovar nuestra fe y vivirla en comunidad.

 

Amén. (Se reza tres veces Gloria al Padre)

Lema

Reconocer la historia es el inicio de la verdadera paz y armonía

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:

 

Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engrendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engrendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.

 

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo. Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

Al leer muy despacio la genealogía de Jesús vamos descubriendo que esta describe muchas generaciones, de personas concretas con destinos precisos, de conexiones y de sucesos algunas veces irregulares, pero así es toda la historia humana.

 

Jesús, entra en nuestro tiempo; de la diversidad de personas y culturas, de las situaciones personales y sociales, hace una sola historia, que aunque esté marcada de grandes contradicciones, de luces (desarrollo tecnológico, defensa de los derechos humanos, descubrimientos científicos…) y sombras (inequidad, exclusión, relativismo de la verdad, violencia, corrupción, explotación, destrucción del medio ambiente…), no se avergüenza de nosotros, al contrario nos invita a estar con él.

 

Con la historia de Jesús, se comprende mejor que el Mesías sana la historia familiar de su pueblo y de nuestro pueblo. Él brota de un terreno histórico-familiar en el que no falta alguno que otro pecado, pero allí, Él es el Salvador y esa salvación ha llegado a nosotros para sanar las heridas que los diversos conflictos han dejado en nuestra historia.

 

Hoy aprendemos que Dios realiza sus promesas en Jesús.  Lo que comenzó con Abraham, Dios lo ha llevado a término con Jesús.  Jesús está profundamente enraizado en la historia de Dios con su pueblo porque proviene de él en la carne. Precisamente en esa encarnación están asumidos y redimidos los pecados de  nuestros pueblos y ciudades. Las búsquedas más legítimas de reconciliación y paz de nuestro país se iluminan comprendiendo el plan de Dios, porque en Él, encuentran luz, esperanza, porque Él es su fin y su cumplimiento, y tenemos una historia donde es posible escribir una página nueva de vida y esperanza.

 

Reconociendo mi historia soy capaz de vivir en Paz y Armonía.

 

Una historia, una nación

Oración para todos los días

Signo

Repartir entre los participantes una pequeña bandera con la inscripción: "Yo quiero escribir una historia nueva para mi país"

Proclamación de la Palabra Mateo 1, 1-17

Hecho de vida

Compromiso

Orar por Colombia y pedir al dueño de la vida y la historia que me haga capaz de aportar aquello que esté a mi alcance para un mejor país

Villancicos

Reflexión

Cuando  Nelson Mandela fue puesto en libertad, el 10 de febrero de 1990, tenía todas las razones para sentir odio y rencor a quienes le habían hecho pasar 27 años en una prisión inhumana por una condena injusta. Sin embargo, su reacción fue siempre de perdón y espíritu conciliador. Mandela -cuya vida familiar además estuvo  marcada trágicamente- fue electo presidente de Sudáfrica, tras la reapertura democrática, el 10 de  mayo de 1994. Encabezó entonces, nuevamente, el partido Congreso Nacional Africano, pero mucho más que eso, la aspiración de todo un pueblo a dejar atrás una triste  historia de discriminación racial.  "He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He alimentado el ideal de una sociedad libre y democrática en la cual todas las personas vivan juntas en armonía y con iguales posibilidades. Es un ideal por el cual espero vivir. Pero, si es necesario, es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir." Nelson Mandela, “Discurso en Nueva York, Pathfinder, 1986”. En: Nelson Mandela, Intensifiquemos la lucha, Ediciones Buena Letra, Buenos Aires, 1991, pág. 83

Conferencia Episcopal de Colombia

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