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Novena de Navidad

Villancicos

Día 8

Benignísimo Dios, Padre de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mayor prenda de tu amor, para que encarnado, y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese  en un pesebre para nuestra salvación. Te damos gracias por tan inmenso beneficio.

 

En acción de gracias te ofrecemos, Padre, nuestro deseo sincero de reconciliación y de paz, manifestado en el compromiso de cada colombiano por un trabajo conjunto que nos permita superar las diferencias; podamos respetarnos y reconocernos como hermanos.

 

Dispón nuestros corazones al perdón para no dejarnos vencer del odio y la venganza que agitan la violencia, que nos sumen en un ambiente de  desconfianza y nos desaniman  en la construcción de la paz.

Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nosotros una ocasión oportuna para renovar nuestra fe y vivirla en comunidad.

 

Amén. (Se reza tres veces Gloria al Padre)

Lema

Ser solidarios para vivir en paz y armonía

Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.

Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.

A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan».

Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre». 

Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. 

Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan». Todos quedaron admirados.

Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.

Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. 

Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?». Porque la mano del Señor estaba con él.

Hecho de vida

Para servir al Reino, y colaborar en su construcción, Jesús nos invita a vivir el mandamiento del amor. Este amor se concreta en la vida de todos los días en actitudes compasivas y solidarias hacia los demás, en especial hacia los que sufren o están marginados de la sociedad, hacia las víctimas y hacia los victimarios para que convirtiéndose aporten a la construcción de la Paz.

 

En el texto de san Lucas renace la fraternidad, la solidaridad y la alabanza. El nacimiento provoca nuevas transformaciones. La primera ocurre en su madre, quien pasa del anonimato  a una vida pública intensa: “Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia” (1,58).

 

Este es el punto de partida de una gran fiesta por la vida, que se expresa tanto en la felicitación a la nueva madre como en la alabanza a Dios.  Todos salen de sus casas y se encuentran para celebrar. Esta imagen lucana de la alegría compartida, es signo de la solidaridad, nos recuerda las palabras del Ángel: “Muchos se alegrarán con su nacimiento.”  La verdadera alegría no está en el hecho de estar contento solo, sino en ver que  también el otro está feliz; mi alegría es poder verlo alegre.

 

Para Jesús, el amor concreto pasa por la solidaridad con los que tenemos cerca, partiendo de los que sufren y son excluidos de la sociedad. La prueba de nuestro amor a Dios y la adhesión a su proyecto se verifica por la capacidad de ser solidario con los demás: compadecerse de su situación y actuar para cambiarla.

 

Viviendo la solidaridad soy capaz de vivir en Paz y Armonía.

Compromiso

En esta Navidad, estaré cerca de aquella persona

que más necesita mi ayuda

Villancicos

Dos hermanos, el uno casado y el otro soltero, poseían una granja y se repartían el grano en partes iguales. Con el tiempo el casado se dijo: “Yo, con mujer e hijos tengo garantizada mi vejez. ¿Quién cuidará de mi hermano cuando sea viejo? Necesita ahorrar más para el futuro, necesita más que yo”. Y cada noche llevaba un saco de trigo al granero del hermano.

 

También el soltero pensaba por la noche: “Esto es injusto. Mi hermano con mujer e hijos sólo recibe la mitad de la cosecha; necesita más que yo. Yo no tengo que mantener a nadie”. Y sigilosamente llevaba un saco de grano al granero de su hermano en la noche. Un día coincidió que se levantaron al mismo tiempo y se tropezaron el uno con el otro, cada cual con su saco a la espalda, y se abrazaron al ver cómo se amaban.

Solidaridad, camino para vivir el mensaje de Jesús

Oración para todos los días

Signo

Tomarse las manos como si fueran uno solo

Proclamación de la Palabra: Lucas 1, 57-66

Reflexión

Conferencia Episcopal de Colombia

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