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La celebración de la Pasión del Señor, a la que nos invita la Iglesia hoy, pretende que hagamos memoria de la dolorosa realidad que vivió el Señor, pero no para exaltar el dolor y la muerte, sino para reconocer la salvación que brota de la entrega de la vida de Dios por todos nosotros. La memoria del dolor de Jesús, y la memoria del dolor de tantos hombres, mujeres y niños, acumulada en nuestra historia reciente, puede convertirse en una fuente de salvación para todos nosotros. [DESCARGA]

Orientaciones para la Homilía

Después de rememorar la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la Palabra de Dios nos ilumina para reconocer en el drama de la Pasión y muerte de Jesús, con toda su carga de injusticia, crueldad y traición, el supremo testimonio de obediencia al Padre. Jesús es el verdadero Siervo de Dios que fue contado entre los malhechores pero que por su obediencia ha sido glorificado. Si nosotros nos unimos a su obediencia, participaremos también de su exaltación en la gloria del Padre.

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