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Santo Vía crucis

Por la reconciliación y la paz en Colombia

Señor tu nos dijiste “donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Estas palabras nos animan como Iglesia a mantenernos unidos en una sola plegaria: la reconciliación y la paz para nuestro país. Señor, los colombianos en su inmensa mayoría somos personas de fe. Niños, jóvenes, familias, campesinos y demás grupos de la sociedad, no perdemos la esperanza de ver que en un futuro muy cercano, el perdón venza al odio y los enemigos puedan reconocerse como hermanos. Señor, sabemos que el camino a la cruz lo hiciste por la reconciliación del hombre con Dios. Al ofrecer este Santo Vía Crucis por la reconciliación de Colombia herida por el pecado de la muerte y la violencia, concédenos la gracia de permanecer fieles a tus palabras y enseñanzas, para que los colombianos descubramos en Ti, el camino, la verdad y la vida, que pueda sacarnos de las tinieblas de la muerte y conducirnos al reino de la justicia y de la paz. Queridos hermanos acojamos con fe y esperanza estas palabras del apóstol Pablo: “¿Quién nos separará del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿el peligro?, ¿la espada?... Pero en todo esto vencemos gracias a aquel que nos ha amado” (Rm. 8, 35.37).

 

Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga

Arzobispo de Tunja – Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia

Primera estación: Jesús es condenado a muerte

Evangelio según san Juan 18, 38b-40

 

Y dicho esto, Pilato salió otra vez a donde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Volvieron a gritar: «A ese no, a Barrabás». El tal Barrabás era un bandido.

Lectura del Evangelio según san Juan 19,16-17

 

Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota).

Segunda estación: Jesús con la cruz a cuestas

Evangelio según san Mateo 11,28-30

 

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Tercera estación: Jesús cae por primera vez

Evangelio según san Mateo 11,28-30

 

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Cuarto estación: Jesús encuentra a su Madre

Evangelio según san Lucas 23,26

 

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.

Quinta estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz

Segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,6

 

Pues el Dios que dijo: «Brille la luz del seno de las tinieblas» ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.

Sexto estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús

Primera carta del apóstol san Pedro 2,24

 

Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados.

Séptima estación: Jesús cae por segunda vez

Evangelio según san Lucas 23, 27-28

 

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos».

Octava estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén que lloran por él

Evangelio según san Lucas 23, 27-28

 

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos».

Novena estación: Jesús cae por tercera vez

Evangelio según san Juan 19, 23

 

Los soldados... cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo.

Decima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras

Lectura del Evangelio según san Juan 19,18-22

 

Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Undécima estación: Jesús es clavado en la cruz

Evangelio según san Mateo 27, 45-46

 

Desde la hora sexta hasta la hora nona vinieron tinieblas sobre toda la tierra. A la hora nona, Jesús gritó con voz potente: «Elí, Elí, lemá sabaktaní» (es decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»).

Duodécima estación: Jesús muere en la cruz

Evangelio según san Juan 19,38

 

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo.

Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre

Evangelio según San Juan 19,41-42

 

Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Decimocuarta estación: Jesús es colocado en el sepulcro

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