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Prácticas Cuaresmales

Oración

En la oración, el cristiano ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la gracia entre en su corazón y, a semejanza de Santa María, se abre a la oración del Espíritu cooperando a ella con su respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).

Ayuno

El ayuno en las circunstancias ordinarias de nuestra vida, también constituyen un medio concreto para vivir el espíritu de la Cuaresma. No se trata tanto de crear ocasiones extraordinarias, sino más bien ofrecer aquellas circunstancias cotidianas que nos son molestas; de aceptar con humildad, gozo y alegría, los distintos contratiempos que nos presenta el ritmo de la vida diaria, haciendo ocasión de ellos para unirnos a la cruz del Señor.

San León Magno recuerda que: "estos días cuaresmales nos invitan de manera apremiante al ejercicio de la caridad; si deseamos llegar a la Pascua santificados en nuestro ser, debemos poner un interés especialísimo en la adquisición de esta virtud, que contiene en sí a las demás y cubre multitud de pecados". Esta vivencia de la caridad debemos vivirla de manera especial con aquel a quien tenemos más cerca, en el ambiente concreto en el que nos movemos. De esta manera, vamos construyendo en el otro "el bien más precioso y efectivo, que es el de la coherencia con la propia vocación cristiana" (JuanPablo II).

Caridad

Más información en: Tiempo de Cuaresma

La oración, mortificación y la caridad son las tres grandes prácticas cuaresmales o medios de la penitencia cristiana (ver Mt 6,1-6.16-18).

Reconciliación y Penitencia

“Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador. Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (Mc 1, 15), la vuelta al Padre (Lc 15, 18) del que el hombre se había alejado por el pecado”. (Catecismo de la Iglesia Católica, 1423).

¿Qué es?

El sacramento de la Penitencia o Confesión o Reconciliación es un signo sagrado que celebra la misericordia de Dios Padre, revelada en Jesucristo, muerto y resucitado, por el poder del Espíritu Santo, y actualizada hoy en la Iglesia a través del encuentro personal entre el ministro (confesor) y penitente.

Tratándose de un encuentro personal y no de una simple comunicación o diálogo, este sacramento no se puede ni se debe celebrar por teléfono, ni a través de otro medio.

¿Cómo se prepara?

Digamos de entrada que toda celebración litúrgica nunca acontece sin la debida y suficiente disposición. Desde el momento mismo en que pasa por mi mente el deseo de “confesarme”, ahí empieza la preparación que desembocará en la bsolución y se prolongará luego en lo común y corriente de la vida, que sigue siendo penitente, difícil.

“El lugar propio para oír confesiones es una iglesia u oratorio” (Código de Derecho Canónico, c. 964). Razón: el rito de la reconciliación no es “una acción privada, sino una celebración comunitaria de la misma Iglesia, al igual que el resto de los sacramentos (canon 837). Por tanto el lugar apropiado para su administración es un lugar sagrado.

¿Cómo se celebra?

La vida de todo cristiano católico, a ejemplo de la vida de Cristo, no es fácil. Por consiguiente, es aquí donde entendemos que el sacramento de la Penitencia no termina con el perdón de los pecados, sino que se continúa o proyecta a lo largo de la vida, porque toda ella no está exenta de penitencia.

¿Cómo se prolonga?

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